jueves, 17 de diciembre de 2015

La última cena de los condenados a muerte

Conviene recordar, que en varios estados de EEUU aún está vigente la pena de muerte, los condenados tienen derecho a solicitar cuatro horas antes de su ejecución, una última cena para satisfacer sus deseos. La única limitación es que el menú no contenga alcohol, los alimentos puedan ser adquiridos a nivel local y no sobrepase el precio de 40 dólares.
Bajo esta premisa, el prestigioso fotógrafo Henry Hargreaves decidió capturar algunas de las cenas elegidas por aquellos que iban a morir.
Ángel Nieves Díaz, de 55 años de edad, secuestro, asesinato y robo a mano armada. La inyección letal. Se negó a comer.

Teresa Lewis, de 41 años, condenada por asesinato y robo. La inyección letal. Piernas de pollo frito, guisantes con mantequilla, pastel de manzana y una lata de Dr Pepper.


Stephen Anderson, 49 años, condenado a muerte por robo en viviendas, agresión, fuga de la cárcel y 7 cargos por asesinato. Ejecutado mediante inyección letal en el año 2002, en California. Para su última cena pidió dos sandwiches de queso a la plancha, queso cottage con rábano y maiz, pastel y un helado con chips de chocolate.


Ronnie Lee Gardner, 49 años de edad, condenado a pena de muerte por robo en varias casas y 2 cargos por asesinato. Fusilado en el año 2010 en Utah. En su última cena tomó cola de langosta, filete, pastel de manzana y helado de vainilla. Mientras comia, estuvo leyendo la trilogía de El Señor de los Anillos.


Victor Feger, 28 años, condenado por secuestro y el asesinato. Inyección letal. Pidió una Oliva.



Rechazó todo tipo de comida especial. Le dieron la última comida tradicional: un filete, huevos, sofrito de carne, tostadas con mermelada y mantequilla, leche y zumo